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martes, 15 de febrero de 2011

¿Cómo se “explica” el autismo?¿Qué les ocurre a estas personas?

Los actuales estudios psicológicos y las pruebas de neuroimagen están contribuyendo a nuestra comprensión de las alteraciones que presentan las personas con autismo. Así, desde la infancia, muchos de ellas presentan dificultades para desarrollar lo que se denomina atención compartida con los demás, esto es, compartir un mismo foco de interés con la persona que está a su lado. Asimismo muestran dificultades en la comunicación no verbal como se ve en la escasa utilización que hacen de la mirada a los ojos de los demás para obtener información (lo que se acompaña de una deficiente activación de áreas específicas del cerebro), o en el uso de los gestos y expresiones faciales que acompañan al habla.

La comprensión de emociones y la respuesta afectiva, vinculadas a estructuras como la amígdala cerebral,también están afectadas. A medida que el niño va siendo más mayor se aprecian sus limitaciones a la hora de entender a los demás, de imaginar lo que la otra persona conoce o siente (lo que se llama “teoría de la mente”, que utilizamos para entender los aspectos más complejos de la comunicación – como lo que queremos decir, y no lo que decimos - y que se sitúa en áreas cerebrales específicas, como la corteza frontal media y superior; la corteza cingulada anterior y el surco temporal superior). Posteriormente, se
comprueba la denominada falta de coherencia global o las deficiencias en el desarrollo de las funciones ejecutivas, lo que se explica por el menor número de conexiones entre los lóbulos frontales y otras zonas cerebrales.


La investigación actual apoya el considerar el autismo como el resultado mental y conductual de una ineficaz “poda” neuronal en los primeros años de vida. El cerebro, desde el nacimiento, posee una compleja red potencial de conexiones entre las neuronas y es en los primeros dos años de vida que el efecto conjunto de la mediación de sustancias químicas – generadas por la acción de ciertos genes – y la experiencia vital del niño, hace que esa red se estructure; desapareciendo conexiones no utilizadas y organizándose aquellas que van a resultar esenciales. Los estudios de neuroimagen y autopsias sugieren que este proceso de ineficaz poda podría ser uno de los mecanismos anatomopatológicos presentes en el autismo, que alteraría el desarrollo de las funciones psicológicas que subyacen a los síntomas observables
en estos trastornos

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